Call Of Duty: Modern Warfare 3
Infinity Ward / Activision
Xbox 360 / PS3 / PC
Versión comentada: Xbox 360
Vamos a contar mentiras, como decía la canción: Call of Duty es un juego en el que prima el juego emergente, la libertad de acción, basada en una visión abierta de las mecánicas del first-person-shooter y en el que todo puede pasar. No, ¿verdad? Entonces, permitidme el exabrupto: ¿por qué narices se sigue juzgando a este juego, entre los aficionados a este hiper-poblado género, por lo que no es ni, demonios, pretende ser?
Meter el disco de Call of Duty: Modern Warfare 3 en la consola (ejem, sistema de entretenimiento) y esperar que la cosa haya cambiado un ápice es, con todos mis respetos, de memos. Es decir, que haya cambiado en lo que es su esencia: el arcade. Podríamos discutir durante horas y días si esa otra franquicia, con su emergencia, su arbitrariedad, su escenario maleable y gamberro, es o no mejor que ésta otra a la que Infinity Ward le diera lustre. Pero al final sería un debate baladí, porque esto es, valga el tópico, como lo de los culos: cada uno tiene el suyo y lo sienta en la silla que mejor lo acomoda. Si Call of Duty (COD) te da dolor de posaderas, busca otro asiento, pero, vaya, que esto es de cajón, si no querías un chesterfield, haberte ido a Ikea.
Modern Warfare 3 (MW3) no explora nuevos mundos, ni nuevas mecánicas. Más bien al contrario, sigue aferrado a la fórmula que, para muchos, Black Ops casi manda al traste. Y si éste, en su Modo Historia, redundaba en lo peor de la serie y mostraba muy poquito de lo mejor (aunque el modo multijugador es otro asunto, todo sea dicho), en MW3 se recupera buena parte de esa espectacularidad cinematográfica que os sorprendería lo bien que funciona entre el espectador ocasional que se sienta a tu lado a disfrutar de la partida mientras uno juega. Call of Duty como película bombástica para terceros dirigida con tu gamepad: no es el mejor de los cumplidos hablando de un videojuego, pero algo bueno de él sí que dice.
Con todo, uno acaba un poco hasta las narices de su linealidad, de que el juego te arrebate el control en momentos en los que desearías que los desarrolladores hubieran ingeniado una manera de integrarte en esa acción tan molona que está ocurriendo en pantalla y, aún siendo uno de sus logros narrativos en entregas anteriores, de que te maten por enésima vez en primera persona y dramatísima escenografía aderezada con una cámara lenta. En este sentido, MW3 intenta epatar, al final de la juego, cambiando las tornas. Pero la decena escasa de horas que dura su modo historia se mantiene en esa calma chicha – en cuanto a mecánicas e innovación se refiere – que te obliga a memorizar posiciones, automatizar movimientos y disparar con la puntería certera de un crío sin vida social de Wisconsin. Lo que viene siendo espíritu arcade.
A MW3 podemos criticarle, siguiendo en estas aguas, que haya aflojado ligeramente la máquina, ya que hay secciones en las que no es tan importante que sigas avanzando como que sobrevivas a varias oleadas. Algo que, personalmente, adoraba de las anteriores entregas: avanza o enfréntate a una cantidad infinita de malencarados pistoleros que se reproducen por esporas. Pero donde el juego sigue en sus trece, incluso con alguna mejora, es en sus modos más puramente –repetimos la palabra- arcade: el multijugador y las operaciones especiales.
Del primero no hay mucho que decir: MW3 se olvida de los cambios que se introdujeron en Black Ops y vuelve al sistema más puramente Modern Warfare. Pero con nuevos escenarios, algún chisme mortífero de última generación, algún cambio en la gestión de accesorios de las armas y algunos nuevos modos de juego suficientemente divertidos como para agradecer su inclusión. Algo parecido a lo que pasa con las operaciones especiales, que, a lo tonto a lo tonto, resultan uno de los apartados más adictivos del juego, con sus misiones pasilleras contrarreloj diseñadas con agudeza y puñeterío para despertar tus ansias de mejorar constantemente tu puntuación. Algunos nuevos modos para potenciar también aquí el juego colaborativo (tanto on-line como en local) y la integración del sistema de desbloqueo de armas y ventajas del multijugador lo convierten en un entretenimiento con ecos de recreativa de cinco duros a la que rejugar hasta el fin de los tiempos.
Lo cual es, en realidad, la esencia de Call of Duty: una suerte de Metal Slug moderno que meter en la consola para satisfacer nuestras ansias de mejora, y de pura acción balística arcade (de nuevo) en un entorno hiper-realista con abundante material para el onanista armamentístico. Verlo de otro modo es profundamente dioptrópico, y denota cierta incapacidad para ver dónde han puesto el acento los desarrolladores. ¿La historia de Call of Duty? Pero, ¡en serio! ¿Quién se compra un Call of Duty por el Modo Historia?
Solo jugué al Call of Duty Modern Warfare 1, los demás ni los toqué tal vez porque no me llaman la atención, me gustan los simuladores bélicos como los Flashpoint, así que mi opinión no es válida, aún así dejo marcado.
No se como habrá evolucionado la saga, pero en un principio teníamos Battlefield para aquellos que quieren el multijugador y CoD para los que les interesa el modo historia, de hecho, salvo por el MoH: Allied Assault, el primer CoD era gloria.
Veo videos y leo opiniones sobre esta nueva oleada de arcade – como bien dices – y desgraciadamente mi mente cuestiona ¿cuánto valoramos económicamente el juego? bien, por una parte, una obra no se puede valorar por su precio, sin embargo no puedo negar que, si el juego costara 20€ no me daría tanta importancia que con el precio actual en España de unos 50€, lo cual provoca que al fin y al cabo no me llame de nuevo como sus antecesores la mínima atención.
Es un DuckHunt con escenario de pelicula de acción, aunque creo que quien se compra el juego sabe lo que le espera en el modo campaña. Lo peor es el multi, una decepción para los que esperaban algo remotamente parecido a los primeros 2 MW. Es bastante similar del multi del Black Ops y con fallos bastante importantes, aunque imagino que subsanables, como los respaneos o los mapas ratonera.