Super Hexagon
Terry Cavanagh
iOS Universal, Steam
Es algo zen. Cuando un juego ofrece una mecánica pura sin más, sin excusas de por qué aquello o esto otro, sin nada más que el aquí y ahora, cuando esa mecánica te agarra por tus partes y te dice ven aquí, muñeco, esquiva, izquierda, derecha, otra vez, otra vez, otra vez, sabes que puedes confiar en que te sacará de tus miserias más mundanas en cuestión de segundos hacia esa zona donde lo único que importa eres tú, un infierno geométrico, una eterna escapatoria y un sonido atronador. El hogar. Mi hogar durante las últimas tres semanas ha sido Super Hexagon, el estreno de Terry «VVVVVV» Cavanagh en el mundo iOS, y a partir de hoy puede convertirse en el de todos ustedes.
Super Hexagon es la evolución comercial de un juguete creado en 48 horas durante la GDC de este año y, al igual que su predecesor, no toma prisioneros. Cuando arrancas el juego por primera vez pierdes el tiempo en busca del modo fácil, lo justo para descubrir que no existe. Tienes Difícil, Más Difícil, y Lo Más Difícil. Eliges Difícil y que sea lo que él quiera. Y empieza a sonar una banda sonora chiptunera, pegadiza, progresiva, y ves un hexágono en el centro de la pantalla, y una flecha que se desplaza por sus lados en ambos sentidos. Esa flecha eres «tú», y «ellos» es todo lo demás: esas paredes que se acercan desde todas partes, como si nos moviéramos por un pasillo de geometría imposible, siempre adelante, en el que el centro lo engulle todo a una velocidad de vértigo. Así que permaneces en el borde de ese hexágono esquivando paredes hasta que te estrellas y ves que has tardado solo cinco segundos en morir. Tocas la pantalla y una voz femenina dice «again» con la firmeza de una profesora de ballet y ahí estás otra vez, solo que ahora suena otro fragmento de la misma canción y las paredes forman un pasillo de espiral y la pantalla no deja de dar vueltas y los colores vibran al ritmo de la música y esta vez te estrellas a los ocho segundos. Otra vez. Otra vez. Otra vez, y te vas acostumbrando a la sobrecarga sensorial y reconoces pautas en las secuencias aleatorias, reconoces esa espiral o esa estructura más deprisa, y tus reflejos mejoran poco a poco y tardas un poco más en morir, y te da tiempo a recomponer esos fragmentos de música, mientras tu puntuación pasa de punto a línea, a triángulo, cuadrado, pentágono y —por fin— hexágono, y enhorabuena porque has aguantado nada menos que sesenta segundos y aquí tienes el mismo nivel en modo Hyper para que no te aburras.
En una entrevista concedida a Hookshot Inc., una página especializada en títulos descargables de precio inferior a quince dólares, Terry Cavanagh describía a su criatura de la siguiente manera: «Super Hexagon es un juego que te enseña a ser bueno jugando a Super Hexagon». Nada más y nada menos, sin referencias a otros géneros ni lecciones morales ni a lo bien que te vas a desenvolver en el bosque porque tu agudeza visual es propia de un súperhombre gracias a tus diez mil horas de teclado y ratón luchando contra el terrorismo con tus amigos del cíber. Y está bien que no haya nada más: hay ocasiones en las que podemos buscar esas emociones, ese estímulo —bueno o malo— que invite a la reflexión y a la introspección. Pero existen otras en las que lo único que le pedimos a un videojuego es evasión pura y dura, que nos absorba en su mundo y que no nos deje prestar atención a nada más que lo que ocurre en él, bien sea a través de la fiesta de sangre de un musou o de una carrera infinita a golpe de psicodelia y desorientación. Aunque quizá encontremos en ellos la respuesta a la pregunta que pretendemos ignorar con el estruendo de nuestros auriculares: a veces la única solución es seguir intentándolo hasta que seamos lo bastante buenos. Una y otra vez.
Me encanta; aunque al igual que en la versión Flash noto un poco la lacra de lo poco preciso que es el control. Hay ocasiones en las que simplemente quieres moverte un poco y no puedes, porque el recorrido mínimo que se hace con un solo toque del dedo es demasiado amplio, y acaba uno estrellado en la pared como de costumbre.
Por lo demás suscribo el resto. Super Hexagon es un Juego, en los sentidos más amplios y a la vez estrictos de la palabra.
Está claro que es un juegazo, sí señor. Sobre el control he notado que la versión táctil está un película mejor implementada en ese apartado que el Flash original, además de que ahora puedes «rozar» las paredes sin perder la partida. Eso parece poco importante, pero cuando los controles son menos precisos de lo que nos gustaría esa diferencia abre juego para saber cuándo puedes pulsar una dirección a fondo sin tener miedo a pasarte.
Los controles táctiles son más un mal necesario que una opción de juego, pero será bienvenido mientras no haya una plataforma de juego tan popular y con un catálogo tan extenso —y barato, pese a lo que quiere liar Square-Enix— como el de iOS. Y esto da para un debate muy, muy amplio. ¡Gracias por el comentario!