Análisis – Gesundheit!

gesundheit

Gesundheit!
IOS
Matt Hamill (Revolutionary Concepts )
2011

No sé si mi mujer lo admitirá abiertamente, pero dudo que cuando juega en su móvil a estampar pájaros en la cara de cerdos de colores se acuerde que todo esto empezó con una sórdida trama de secuestro de huevos. Habría que preguntarle.

Y en el parque por el que paso cada día a la vuelta del trabajo suele haber niños que juegan a empujarse entre el polvo y la arena, son polis y cacos, echan el bofe corriendo unos detrás de otros y se atizan unas bofetadas gloriosas sin que llegue nunca la sangre al río. Aunque a veces parece que podría pasar, literalmente. De vez en cuando los cacos se olvidan que lo son y persiguen a los polis. Cada poco tiempo cambian todos de rol a la vez, pero jamás les he visto discutir sobre qué crímenes se supone que se están persiguiendo, las implicaciones sociales o la ironía de que se juegue igual representando un papel u otro. Sería jugar a otra cosa que también podría estar bien, pero que ahora no es lo que les apetece. Han salido del cole y quieren desfogarse, lo estropearían todo si le dieran tantas vueltas.

Cuando mi mujer juega a Angry birds, o a casi cualquiera de sus juego de móvil preferidos, yo la veo aniñarse, y es algo bonito. Le gusta tumbar construcciones, que se desplomen y que los escombros arrastren cuanto encuentran por delante. Aprieta fuerte el dedo contra la pantalla como si así pudiese borrarle a los cerdos esa sonrisa condescendiente. Quiere que le premien con estrellas (si son estrellas lo que dan) por jugar a romper, y, sobre todo, le gusta la sensación de que ese caos la haya generado ella directamente, sin mandos aparatosos por medio que nunca ha acabado de entender. Hay una correlación directa entre todo lo que pasa en la pantalla, y todo tiene su origen en su dedo cargado de ira: empuja el tirachinas, se dispara un proyectil, estallan cosas, revienta el objetivo y con él la mitad del escenario, las cifras del marcador se disparan. Todo en segundos. Es inmediato, contundente y satisfactorio incluso cuando el disparo sale mal. Nunca se resigna a hacer solo una pantalla. Mi mujer juega como juegan los niños del parque, y como ellos también mi hermana, mis compañeros de trabajo, los desconocidos con quienes me siento en el Metro. Disfrutan de manera visceral, embebidos, aferrados a una única regla para articular la partida sin más estorbos ni contextos. Sus títulos favoritos no funcionan por ser simples o descerebrados, son buenos porque son juego puro.

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Gesundheit! debe tener en algún sitio algo parecido a una trama. Hay unos cerdos prisioneros, pero no recuerdo muy bien qué les ha pasado. En el trailer parece que los ha secuestrado una especie de manopla de cocina, aunque cuando aparece en el juego juraría que es nuestra aliada. Se come a los malos, debe serlo. También podría tener algún tipo de moraleja en plan patito feo, porque los cerdos le toman el pelo al protagonista no sé si por verde, por estar enfermo o por alguna oscura razón que no llega a concretarse. En fin, que alguna lección para la vida se debe aprender de todo esto, pero me puede dar una embolia intentando adivinarla. Es igual, lo importante es que tú eres un cerdo acatarrado que juegas con tus mocos. Lanzarlos con fuerza y tino permite abrir puertas, alcanzar bonus… avanzar, pero también sirven para distraer o tender trampas a los malos,  unos monstruos peludos obsesionados por las flemas, tan cegados que están dispuestos a comerte si no se las proporcionas rápido (esto también debe ser metáfora de otra cosa, luego lo pienso y te digo).

En Gesundheit!, hasta cierto punto hace falta estrategia y precisión, pero tampoco nos volvamos locos. La base del juego consiste en estornudar a dar, correr delante de los monstruos y comer galletas a escondidas. Si pasan más cosas, no son importantes. No hay drama ni épica, no hay mecánicas apelotonándose unas encima de otras. La música es un coro de flautas dulces, el escenario un paisaje que parece pintado por F.J. Trip, nada distrae de lo que aquí cuenta: correr en círculos, relamerse, escupir lejos y con intención. Y si te pilla el monstruo volver a empezar, que aquí no ha pasado nada.

Gesundheit!, que está gratis esta semana en la App Store, puede parecer un juego exageradamente infantil, pero nadie con dos dedos de frente pensará que es estúpido. Es rápido, intenso e incapaz de tomarse a sí mismo demasiado en serio. No se mira en otros juegos ni tiene más padres que tu propio recuerdo de hacer el ganso en los columpios cuando tenías seis años. Gesundheit!, el juego de correr a lo tonto y esconderse, tan divertido como jugar con tus secreciones. Y, al menos durante un par de días, igual de barato.

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