Pandora´s Tower
Ganbarion
Wii, WiiU e-shop (versión comentada)
2011
Difícilmente se recordará a Pandora´s Tower por su sistema de combate, aunque es apañado dentro de sus limitaciones y tiene ideas bien interesantes. Tampoco por su exploración, aunque a lo largo del juego haya que recorrer muy atentamente doce mazmorras de tamaños variados, desde la solución habitacional más humilde a los despliegues gargantuescos de cornisas, antesalas y pasillos de un Castillo de Peach algo cochambroso. Todas con sus recovecos, ítems ocultos y premios más o menos interesantes para el jugador de ojo agudo, cada una hermosamente echada a perder, prácticamente montañas de escombros comidos de limo y vidrieras sucias. Es un mundo sugerente que por sí solo cuenta una historia, y un activo importante en el juego. Pero poniendo estos méritos sobre la mesa, Pandora´s Tower saca pecho con uno y uno solo: la valentía de haberse construido enteramente alrededor de la tarea de escolta.
Y si te parece que esta es la mecánica más apestosa jamás imaginada, la última carta por jugar para shooters y sandbox desesperados por alargar el chicle, la buena noticia es que Pandora´s Tower parece estar bastante de acuerdo contigo.
Por unas carambolas argumentales complicadísimas que se explican bastante mal, en Pandora´s nos aventuramos en los distintos escenarios atentos a un medidor que indica en qué punto de la transformación en tumor neocárnico se encuentra nuestra novia de toda la vida. Si el medidor está lleno podremos escudriñar las esquinas y combatir contra lo que se ponga delante, cuando veamos que la cosa no se puede demorar más, dejaremos lo que estemos haciendo y correremos a curarla a base de filetes de monstruo que habremos recogido en nuestra aventura. Habitualmente las misiones de escolta hunden el ritmo del juego porque funcionan como zancadillas a mecánicas que han sido pensadas para otra cosa, pero en Pandora´s el centro de la partida es precisamente estar pendiente de lo que le pueda pasar a otra persona, y todo lo demás se piensa desde este núcleo. Se mata mucho, se investiga bastante, y hay un toque rolero del que si no te avisan a lo mejor no te das ni cuenta, pero que está ahí y tiene su importancia. Pero como Pandora´s es ante todo un juego sobre ser responsable, no quiere que vagues por los escenarios ni que farmees a tu ritmo, parece a veces empeñado en no dejarte jugar a gusto. Pero no es eso.
Hace falta matar. Hace falta rebuscar. Y hace falta volver a casa.
Pandora´s entiende que solo lo puedes jugar bien si encuentras un equilibrio que te permita atender a sus tres facetas, con la última en el centro para dar unidad al conjunto. Por rudimentaria que sea la relación entre los protagonistas, estos se caracterizan por las armas que usan (principalmente una cadena, no se puede decir que sea una metáfora sutil), por los objetos que se encuentran y los que se dejan atrás, por la importancia que le des a estar presente cuando se te necesita. Como si quisiera hacer un comentario sobre la vida, como si esto fuera un serious game con estética Final Fantasy, para tener una partida satisfactoria durante tu tiempo la cicatriz de las Trece Torres no basta con ser muy bueno en un solo aspecto. A lo mejor ni siquiera hace falta ser especialmente brillante en ninguno, pero hay que tomarse en serio los tres. Independientemente de sus méritos en cosas que ya hacen bien otros videojuegos, se nota que a Pandora´s le gustaría ser recordado por hablar, de forma muy poco disimulada, de que tan importante es cumplir en el trabajo como llegar luego a casa con ganas de cenar con tu mujer. No necesariamente con velas, pero sentados a la mesa, con cubiertos y la tele apagada.
A lo mejor ella no se convierte en un mutante tumoral de veinte metros, pero es importante hacerlo de todos modos.
Está claro que tiene defectos pero me lo pasé muy bien con él. Un mazmorreo reminiscente de Zelda muy apañao, unos jefes variados y divertidos, una historia interesante, una duración adecuada – no se eterniza y se agradece -, un estupendo juego de esa serie media al borde de la extinción.
Viva la clase media!