Monza
1979
Recreativos Franco
Coin-op
El aburrimiento es muy malo, y a finales de los años 70 aparenta que debía serlo mucho peor. Así a bote pronto es lo que desprende un hit de los bares y ferias ambulantes de la época, la ignominia suprema sobre el concepto de máquina recreativa electromecánica –e incluso mecánica en este caso concreto– que se recuerda con el nombre de Monza, criatura de la factoría Recreativos Franco.
Esta maquinaza solía adornar paredes de bar codo con codo con otra mítica, la denostada Catarata, familia de aquellas españolísimas tragaperras cuya dinastia fundó, probablemente, Monza, máquinas que se ganaron ese apodo, tragaperras, por su función abusiva y literal, armatostes en los que el jugador introducía una moneda y el objetivo no era otro que… recuperarla. Tal cual.