Mountain
2014
Mac/PC (versión comentada)/Linux/iOS
David O’Reilly
No sé que es Mountain. Sé, eso sí, que no se trata de un juego. O al menos sé que apenas es un juego. Las opciones de control del menú de pausa rezan: RATÓN – NINGUNO. TECLADO – NINGUNO. El juego ocurre a pesar mío, sin que yo tenga que interactuar con él de ningún modo significativo. La suelo tener en el fondo del escritorio, enterrada debajo de varias ventanas. Cuando me acuerdo de ella la traigo al frente y la miro. Mirarla es lo único que puedo hacer. Miro cómo una enorme roca que gira por el vacío cósmico se cuestiona en voz alta su propia existencia, se lamenta de no poseer un conjunto de piedras con el encanto suficiente para enamorar a otra montaña o se deleita con la sencilla belleza de un nuevo día.
En los primeros momentos del ¿juego? estaba convencido de estar ante algo bien serio; que esta montaña estaba formada por el material del que están hechas las cosas abstractas e inmutables que importan de verdad y de que había pagado el billete para una experiencia espiritual de primer orden. El me-voy-a-La-India-a-descubrirme-a-mí-mismo de las apps a un euro. Me pareció encontrar una simetría con Journey, pero si el juego de thatgamecompany intentaba alcanzar lo trascendente a través del dinamismo, Mountain apostaba por lo estático. A fin y al cabo, el universo infinito, la naturaleza pre-humana o el constante suceder de la estaciones son cuestiones que nos (me) suelen poner receptivos hacia estos inner trips.