Las vacaciones de verano ya no son lo que eran. Cuando eran como tenían que ser, bastaba echar un vistazo alrededor para encontrar una máquina recreativa donde apilarse con otros preadolescentes durante un par de horas y medirse la hombría sin balones de por medio ni llegar a las manos, al menos la mayoría de las veces. Quizá por la épica de ese enfrentamiento a la luz de una misma pantalla resulta tan descafeinado el multijugador online: le falta el roce, el codazo traicionero y, al mismo tiempo, la camaradería y el respeto que se forman cuando el rival está de cuerpo presente. Si nunca han experimentado el calor del amor en un bar, basta con que sepan que es exactamente lo que están soñando cuando mascullan «eso no me lo dices a la cara» a través de un auricular ante las provocaciones de un niño hiperactivo con demasiadas horas de juego. ¿Quedaron atrás los tiempos de codazo en un bar frente a una pantalla? Si tienen la suerte de leer esto desde un iPad, tienen la respuesta justo delante.
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