Que en dos entregas (aquí la primera) que listan el juego favorito de cada autor para PS2 —sumando quince títulos en total— solo se haya repetido uno de ellos es señal inequívoca de que el catálogo de la consola a la que despedimos con la manita y una larga lagrima en cada mejilla no solo fue tremendamente prolífico, sino de una calidad y diversidad proporcional a su tamaño. Que después de dos entregas (aquí la primera) siga quedando espacio para una tercera y una cuarta, para más autores y más títulos, para destacar el favorito de mañana y el favorito que aún siquiera se conoce, es el signo indicativo definitivo de que el catálogo de PS2, aunque congelado ya, será siempre infinito.