Lo mejor y lo peor de 2012: las decepciones

No hay paciencia que aguante esta época de mil tumultos, donde si no le toman a uno le por tonto en los noticiarios lo harán cuando reciba la nómina, al recoger las facturas o, peor, en ese comunicado de empresa que todos tememos que puede llegar en cualquier momento. Quizás algún día salgamos de esta época de irritación y vergüenza transformados en ciudadanos más críticos y responsables, pero entre que eso llega, lo que es seguro es que nos estamos convirtiendo en consumidores exigentes, a lo mejor sin mucho criterio pero desde luego poco dispuestos a pasar por alto cosas que se disculpaban mejor cuando uno tenía tiempo y dinero para invertir en este medio al que al final acabamos perdonando todo.

Y por eso, porque la cabra tira al monte y al final se recuerdan con nostalgia tremendos churros en cuanto dejan de picar los sesenta pavos gastados, en su repaso del año Mondo Píxel saca hueco para dejar constancia de todo aquello que no ha sabido estar a la altura. O a algo de aquello, al menos. O los cuatro que más me han molestado, qué demonios. Compañías, distribuidoras, jugadores, así nos las gastamos aquí.

Never forget.

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Lo mejor y lo peor de 2012: las polémicas.

Menudo añito de polémicas infaustas y que no han llegado a ninguna parte. Sin embargo nosotros, fieles a nuestra tesis del «todo mal, y si puede ser, a peor», creemos que la situación ha sido, si cabe, más ridícula que el año pasado. Queremos decir: las polémicas son el termómetro de la porquería que tiene en la cabeza la gente, de cómo se le da importancia a cuestiones que no la tienen. Digamos: la conclusión de un juego, o la superficie políticamente correcta de una campaña publicitaria teledirigida, precisamente, para tocar las narices a la gente que cree en esa corrección política. Y si el año pasado hubo discusiones más o menos justificadas por culpa de los métodos maquiavélicos que las compañías usan para sajar el bolsillo del jugador (si, Diablo III, sí), o de la explotación que sufren algunos empleados del sector (como pasó cuando salieron a la luz las prácticas laborales del Team Bondhi), o de la escalofriante certeza de que nuestros datos están en manos de un puñado de inútiles (como sucedió por culpa del espectacular hackeo de PSN y la puesta en solfa de millones de tarjetas de crédito), este año hemos tenido a defensores del Bien desde el sillón de casa y mundos de fantasía vilmente traicionados. O sea, que vamos siempre a peor, a preocuparse de lo anecdótico, a polemizar con el chichinabismo. Veamos alguna de esas polémicas.

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