En esos primeros años de caracterización a brochazos, donde los personajes llevaban bigote porque era una manera rápida de individualizarlos y se podía pasar de carpintero en una entrega a fontanero en la siguiente sin que se diera (ni se pidiera) explicación alguna, Luigi era sencillamente el Mario que te tocaba si tenías la mala suerte de ser el hermano pequeño de la casa. Poco tiempo después, merced a una secuela que en realidad era un juego de una serie completamente distinta pero con un oportuno lavado de cara, Luigi desarrolló lo que sería su primer rasgo de identidad más allá del color del uniforme: el salto alto. No parece gran cosa (y de hecho no lo era. La seta sin nombre tenía un poder mucho más interesante), pero podía servir como principio. Solo que en ese principio se quedó estancado hasta prácticamente el día de hoy.
Claro, luego vinieron los juegos deportivos donde le sacaron novia. Aquel Luigi´s Mansion de tan grato recuerdo, donde descubrimos que le dan miedo los fantasmas. Y no ha habido más.
Ahora Nintendo ha llegado a la conclusión de que ya va siendo hora de saber más del fontanero-no-tan-estrella, y ha dedicado tres juegos seguidos a explorar su subconsciente, regresar a la mansión de sus desvelos y, sí, hacerle saltar muy alto. En Mondo Píxel los hemos jugado escrupulosamente, y después nos hemos tomado nuestro tiempo para preparar este especial donde comentarlos a conciencia. ¿Sabemos más de Luigi que hace doce meses? ¿Se ha agigantado su figura ante nuestros viejos y cansados ojos de jugadores talludos?
Psé. Algunos seguimos viendo más potencial en la seta.
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