Ridiculous Fishing
Vlambeer, Zach Gage, Greg Wohlwend
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Si no han leído la decepcionada reflexión de Noel Ceballos sobre el estado de la vocación creativa en lo 2.0 y lo que vendrá, guárdenlo ya mismo en su Pocket, o su Instapaper, o ábranlo en otra pestaña, pero no lo pierdan de vista: uno ya ni puede confiar en que Google Reader le recordará mañana lo que merece la pena leer hoy. En su artículo, Noel muestra su sorpresa ante unos alumnos de universidad con ganas de hacer cosas, con ideas, pero con el ojo ya puesto en petarlo, en un beneficio calculado a priori, en esa fórmula del éxito que te garantizará más visitas, más followers, un editor con unos cuantos miles de euros en el bolsillo o —por qué no— maletines de dinero esperando en la puerta de casa. Esa fórmula existe, aunque seguramente no es la que estos alumnos esperaban oír: se trata, sencillamente, de trabajar, trabajar y trabajar. Escribe durante diez mil horas, lleva una cámara siempre encima, garabatea en una servilleta, comparte tu trabajo, colabora cuanto puedas, apúntate a un bombardeo. Detrás de la apariencia de cool kids de aquellos que se ganan nuestro respeto estando de resaca y con el pito fuera se encuentran experiencia, oficio y ganas; y para eso no hay atajos que valgan, le pese a quien le pese.
¿Que qué tiene que ver esto con Ridiculous Fishing? Absolutamente todo.